Semanario REGION®

Del 27 de abril al 3 de mayo de 2018 - Nº 1.313 - Año 28 - INPI 1983083

1986 - 27 de abril - 2018: 32º aniversario del “Diario del Viajero”
“PARA EL QUE CADA DÍA ESCRIBE MEJOR...”

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Reciente libro de Carlos Besanson con la recopilación de los editoriales del Diario del Viajero.

Con retraso, en el cierre, fuera de término, como nos sucede a los periodistas diariamente en un país tan Generoso para la Prensa, por su inagotable capacidad de aportar temas que ojalá fueran solo parte de una ópera buffa, pero lamentablemente resultan en tragedias, cumplo en hacer llegar (ocasionalmente desde el exterior y en plena navegación), estas líneas, comprendiendo sin excusas, la posibilidad de que quizá queden fuera de la plancha de impresión, sólo por mi culpa.
De todas maneras, disfruto la oportunidad de poder dedicar en esta fecha (que coincide con su cumpleaños), unos párrafos a uno de los hombres más lúcidos de nuestra historia contemporánea.

Al periodista, bombero voluntario, corresponsal de guerra, empresario y abogado; que además ha sido y sigue siendo, mi amigo, consejero, mentor y único padre reconocido por mí en el oficio periodístico.

Con él no sólo aprendí periodismo, sino también a diagramar, a aprovechar todos los espacios físicos posibles de una publicación de manera óptima, a entender la importancia de la permanencia y la constancia en el Puente de Comunicación que se establece entre el que escribe y el que lee, a ser moderado y austero a la hora de emprender un proyecto.
Es uno de los pocos profesionales que quedan de la información, es decir, de los periodistas que se ocupan de advertir y comunicar, pero sin intentar formar con su opinión, o sea “in-forma”.

Hace poco escribí que al releer sus editoriales, se que es un tango que ya escuché, pero suena “cada vez mejor, más armonioso, mas actualizado y motiva ganas de seguir su melodía”, como me pasa con Gardel.
Seguramente será porque nadie puede cantar -perdón-digo escribir, en un tono tan alto sin desafinar y uno nota la diferencia en la cotidianeidad del berretismo.
Igual que el bautizo que se le impuso al “Zorzal Criollo”, deberíamos renombrar al editorialista semanal -que enorgullece con su presencia nuestro pequeño medio provinciano-, el “Faro Argentino”.

Lamento no tener su ADN en mi cerebro, pero lo llevo en el alma, toda vez que recuerdo nuestras tertulias, café de por medio, en sitios memorables, compartidos con algún bocado dulce “prohibido”, que degustábamos solos -como una travesura- a espaldas de su compañera de toda la vida, su mejor alumna, con la que procreó dos hijos excepcionales.
Y cómo no hablar de Ella, un sol que ha sabido entibiar ese espíritu rebelde e indómito, de quien se definió a sí mismo como “un fracasado con éxito”, que nos contó dejando un legado, tantas historias vividas como docente de periodismo, como jurisconsulto, como asesor, como riguroso observador, como analista destacado, como hombre de riesgo, como ciudadano.

Todos los que somos sus lectores compartimos -porque así él lo quizo- hasta sus cuestiones más íntimas, experiencias de familia, abusos de especuladores financieros, clases de lunfardo, cátedra de filosofía e historia, en las que personalmente siempre admiré, el acertado uso de las figuras literarias, las que “Los clásicos de la antigua Grecia organizaron con ellas todo un sistema científico y pusieron nombre a mas de doscientas”.
El sentido tan fino utilizado en “las editoriales del Doctor...” -como los lectores de nuestra hoja cariñosamente llaman a ese esperado mensaje semanal-, hacen gala de un brote natural propio del autor en el uso de “Eufemismos”, “Elípsis”, “Acrósticos”, “Paralelismos”, “Hipérboles”, “Parábolas”, “Alegorías”, “Ironías”, “Oximorones”..., tan solo por nombrar alguna de ellas.

Me reservo para el final tomarme el atrevimiento de recomendar a quienes disfrutan de su columna, a que observen el destacado uso que hábilmente le ha dado a la figura literaria que implica “Omisión”.
Aquella en que sin nombrar a alguien, por contexto, sabemos de quién se está hablando..., un lujo.

En honor a mi Maestro, es por eso que no lo nombro, no es necesario.

Gerardo Yanes y mi sol...,
María Martínez